El abrazo es una forma de contacto físico que nos permite sentirnos protegidos, queridos y cómodos. A veces, cuando estamos tristes o preocupados, abrazar a alguien nos hace sentir mejor. Pero, ¿por qué los abrazos tienen este efecto en nosotros?
Un estudio demostró que no es posible hacernos cosquillas porque nuestra mente sabe lo que se avecina y no percibe nuestro tacto como una amenaza. En otras palabras, nuestra mente reconoce nuestro propio tacto y no reacciona involuntariamente, como ocurre cuando otra persona nos hace cosquillas. Por el mismo principio, abrazarnos a nosotros mismos no aporta los mismos beneficios que recibir y, al mismo tiempo, dar un abrazo.
Abrazar tiene numerosos efectos beneficiosos tanto para la mente como para el cuerpo. Cuando abrazamos a alguien, nuestro cuerpo libera oxitocina, una hormona que nos hace sentir felices y relajados. Además, los abrazos nos ayudan a reducir el estrés y la presión arterial y también pueden mejorar nuestra inmunidad.
Los abrazos también nos permiten sentirnos parte de un grupo y tener un sentimiento de pertenencia. Cuando abrazamos a alguien, nos sentimos aceptados y queridos, lo que puede tener un efecto positivo en nuestra autoestima y confianza en nosotros mismos.
Por último, los abrazos pueden ayudarnos a crear y mantener relaciones positivas con los demás. Los abrazos nos hacen sentir conectados a alguien y nos dan la oportunidad de mostrar nuestro afecto y preocupación por los demás.
En resumen, los abrazos son una forma de contacto físico que nos hace sentir protegidos, queridos y cómodos, y tienen numerosos beneficios para nuestra mente y nuestro cuerpo. Así que no dudes en buscar un abrazo siempre que lo necesites. Aunque no podamos abrazarnos a nosotros mismos, siempre podemos buscar el contacto físico de otra persona para beneficiarnos de él.